Día del Libro y recuerdo de quien educó para cambiar vidas
Este Día del Libro y recuerdo de quien educó para cambiar vidas nos invita no sólo a celebrar la lectura, sino también a honrar el legado del padre Miguel Ángel Elosúa Rojo, al cumplirse cinco años de su fallecimiento. A lo largo de su vida, dedicó cada esfuerzo a enseñar a los más desfavorecidos, convencido de que la educación era la llave que abría las puertas del trabajo digno y de una vida con sentido. Así, mientras recordamos la importancia del libro como herramienta de transformación, rendimos homenaje a quien hizo de la enseñanza un acto de justicia y de esperanza.
Leer para transformar: el conocimiento como derecho
En primer lugar, es fundamental recordar que el acceso al conocimiento no debe entenderse como un privilegio, sino como un derecho humano esencial. Un libro no es solo un objeto cultural: es una puerta abierta a nuevas formas de pensar, soñar y actuar. Por lo tanto, garantizar el acceso a la lectura en comunidades vulnerables es también una forma concreta de combatir la exclusión y promover la equidad.
Además, leer permite desarrollar el pensamiento crítico, algo indispensable en sociedades democráticas. La lectura no solo enseña a decodificar palabras, sino también a comprender realidades complejas y tomar decisiones informadas. De ahí que uno de los pilares de nuestra Fundación sea precisamente democratizar el acceso a la lectura y a la educación de calidad.
Una vida dedicada a educar
El legado de nuestro fundador sigue vivo en cada proyecto que impulsamos. A lo largo de su vida, el padre Miguel demostró con hechos que educar es un acto de amor y de justicia.
No sólo le bastaba con enseñar a leer o escribir: enseñaba a confiar en uno mismo, a imaginar otro futuro posible. Por esta razón, quienes compartieron con él su vocación saben que su mayor herencia no fueron los libros que dejó, sino las vidas que ayudó a reconstruir a través del aprendizaje.
La educación como herramienta contra la pobreza
Numerosos estudios avalan lo que la práctica ya nos ha demostrado: la educación es la herramienta más poderosa para romper el ciclo de la pobreza. Por consiguiente, invertir en educación es invertir en desarrollo humano, en salud, en empleo digno, en igualdad de género y en cohesión social.
En ese sentido, la Fundación impulsa programas integrales de alfabetización, refuerzo escolar, becas educativas y formación técnica, siempre adaptados al contexto de cada comunidad. No buscamos imponer modelos, sino co-crear procesos de aprendizaje con quienes conocen mejor sus necesidades.
Gracias a estas acciones, hemos acompañado a centenares de niños, jóvenes y adultos que hoy son protagonistas de sus propios procesos de transformación. Y lo hacemos con la convicción de que cada persona, si cuenta con oportunidades reales, puede cambiar su destino.
Los libros como herramientas de justicia
Ahora bien, no basta con garantizar el acceso físico a la educación. Es igualmente importante promover una cultura del conocimiento compartido, donde el libro no sea sólo material de estudio, sino también compañía, refugio y fuente de identidad.
Este Día del Libro no es sólo una oportunidad para recordar a nuestro fundador, sino también un momento para multiplicar su ejemplo y continuar su misión. Recordarlo es actuar: es comprometerse con cada niño que quiere aprender, con cada joven que sueña con estudiar, con cada adulto que no renuncia a crecer.
Por todo esto, desde la Fundación Miguel Ángel Elosúa Rojo renovamos nuestro compromiso con la educación como derecho, con la lectura como camino y con la justicia como horizonte. Hoy más que nunca, creemos que el verdadero homenaje a quien educó para cambiar vidas es seguir haciéndolo, con esperanza, con humildad y con firmeza.



